Os dejo el último artículo publicado el día 23 de enero en mi Sección "Pase Extra" de www.jordanypippen.com (http://jordanypippen.com/index.php/masbasket/pase-extra) . Espero que os guste.
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El
9 de marzo de 2.012 se nos heló un poco el corazón a todos los
aficionados al baloncesto. No importaba nuestra nacionalidad, nuestra
predilección por un determinado equipo, nuestra forma de entender el
deporte... Todos vivíamos algo excitados por el soplo de aire fresco
que había entrado en la liga con la llegada de Ricky Rubio. Y en
aquel partido contra los Lakers, cuando se echó mano a la rodilla...
nos dolió a todos.
Aquellas
primeras horas se vivieron entre la esperanza de que la lesión no
fuera muy grave y la pesadumbre de las noticias que iban llegando,
que lamentablemente confirmaban las peores noticias.
Después,
periódicamente, se iban conociendo las diferentes consecuencias del
infortunio: no volvería a jugar durante la temporada, se perdería
los Juegos Olímpicos de Londres, etc, etc. Sólo el jugador y sus
seres queridos saben el sufrimiento y el esfuerzo que le habrá
costado superar estos meses.
Pero
dicen que no hay mal que cien años dure. Y nueve meses después
llegó el momento de reaparecer como jugador en un partido contra los
Mavericks, donde el único y absoluto protagonista del evento fue
Ricky Rubio y su retorno a las canchas después de su grave lesión
de rodilla.
Había
dudas, claro. Supongo que para él y su gente, para su cuerpo
técnico, para sus compañeros... pero también para los aficionados.
Y
el tiempo se paró. Parecía que aquellos nueve meses no habían
pasado. De repente, entre una espectacular ovación, Ricky entraba en
el partido mientras se desataba en las gradas una ilusión como sólo
las generan los genios.
Porqué
así ve la gente a Ricky. Como a un genio. Sí, parece algo excesivo,
quizás. Pero cuando hablamos de un tipo que vuelve tras nueve meses
de lesión, y en sólo unos minutos consigue hacerse con el ritmo del
partido, con el liderazgo de sus compañeros y con el alma de la
gente, los calificativos deben acercarse a ese.
En
aquel partido del 15 de diciembre de 2.012, el del retorno tras su
convalecencia, estuvo especialmente lúcido. No sólo hizo lo que
mejor sabe hacer, repartiendo 9 asistencias en tan sólo 18 minutos
de juego, sino que muchas de ellas levantaron a la gente de sus
asientos, generando de nuevo una ilusión contagiosa en los
aficionados.
Y
no sólo en ellos. Desde ese momento, la maquinaria mediática de la
NBA volvía a fijarse en aquel chaval que generaba highlights
en cada partido.
De
nuevo, la atención era máxima. Y la exposición también.
Y
esa sobreexposición que ha hecho que se convirtiera en uno de los
fenómenos mediáticos de la NBA, es la misma que ahora puede cavar
su propia tumba en la liga si no consigue abstraerse de ella.
Ricky
ha vuelto, sí. Pero necesita un tiempo de adaptación que a nivel
mediático no va a tener.
Tanto
los aficionados como los medios están deseosos de volver a ver
aquellas asistencias imposibles que quedaron en la retina. Asocian a
Ricky con el espectáculo y con actuaciones estelares cada noche.
Pero
eso es imposible, al menos de momento. No va a ser fácil. Ricky les
ha acostumbrado muy mal... o demasiado bien. El problema es que
justamente eso es lo que esperan de él. Y tendrá muchas
dificultades por ello.
Esta
misma temporada, ya ha tenido actuaciones en varios partidos que
podrían calificarse de buenas, en los que ha hecho funcionar el
equipo y que sin embargo han pasado desapercibidas al no haber
producido ninguna jugada susceptible
de ser incluida en los resúmenes nocturnos.
Esos highlights
que
tanto le han dado, pueden acabar ahora perjudicándole.
Tampoco
le está ayudando la plaga de lesiones de hombres importantes que
están sufriendo los Timberwolves, lastrando enormemente el record
del equipo y haciendo que los compañeros de viaje en este retorno no
sean los mejores. Muchos de ellos se han encontrado con más minutos
de los esperados, pero ni tienen la calidad de los ausentes ni asumen
su protagonismo, con lo que la presión sobre Ricky está siendo
mayor de la deseable en estos momentos.
Y
eso está haciendo que se exija cada noche más de lo que debería.
Se le está viendo tenso cuando la jugada no acaba desarrollándose
como él imagina o cuando falla varios tiros seguidos. Incluso ha
llegado a golpear el suelo en alguna ocasión tras perder un balón
disputado, fruto de la impotencia y de la frustración de no poder
ofrecer al aficionado su mejor versión.
Una
versión mejorada que el aficionado ha interiorizado como habitual y
que demanda cada noche, sin importarle las circunstancias que rodean
a su jugador. Una versión que, tras un breve período de
condescendencia influida por la lesión, le van a exigir que empiece
a recobrar cuanto antes mejor.
El
aficionado al deporte suele tener un punto de crueldad escondido, que
no duda en sacar al exterior desinflando mitos y creando otros nuevos
con una facilidad fagocitadora que suele llegar siempre antes de lo
debido. Y Ricky, no lo olvidemos, no es más que un jugador europeo
que aún debe asentarse en la liga. Aunque el impacto que ha
producido en la competición le da cierto margen de maniobra y la
lesión haga que se tenga algo más de paciencia con él, ésta no
será ilimitada. Desde luego que no.
A
pesar de ello, Ricky tiene derecho a ser en ocasiones simplemente un
buen jugador. Tiene derecho a ser sólo un base que haga jugar a su
equipo mejor, un base que marque el ritmo del juego, un base que esté
entre los mejores pasadores de la liga. Pero ha puesto el listón muy
alto y no se lo van a dejar bajar. No basta sólo con eso.
Pero
necesita tiempo, sentirse cómodo y sobre todo volver a confiar en su
rodilla. Hace unos días el propio Ricky hizo unas declaraciones en
las que manifestaba que aún le dolía bastante, algo por otra parte,
que parece ser normal en lesiones de este tipo.
Como
también parece normal, que a estas alturas de la recuperación tenga
tan bajo porcentaje de tiro. Desde su vuelta, está promediando un
22,9 % en tiros, porcentaje ridículo para un jugador de su posición.
Esa puede ser una de las causas de que su rendimiento no esté siendo
tan espectacular como se esperaba. Los rivales le flotan y cierran la
defensa, haciendo mucho más difícil las penetraciones y
dificultando las líneas de pase. De ahí que la mayor parte de las
asistencias de Ricky esta temporada, suelen ser al hombre abierto
para un tiro exterior o remontando la línea de fondo para desajustar
la defensa y encontrar al hombre que entra por el centro de la zona.
Ricky
no ha sido nunca un buen tirador, y ahora con su confianza minada y
con la presión de querer recuperar el tiempo perdido, menos aún.
Pero debe continuar tirando... y fallando si es necesario. Lo peor
que podría hacer es renunciar a esa faceta del juego por
inseguridad. La NBA no perdona a los cobardes.
Debe
concentrarse en recobrar sensaciones, en jugar cada vez más minutos
para ir perdiendo el miedo y dejar transcurrir la temporada sin
intentar grandes alardes. Incluso me atrevería a decir que para
Ricky sería beneficioso que los Timberwolves no entraran finalmente
en Play-Offs (cosa más que probable con la baja de Kevin Love). Si
lo hacen, lo harían con un equipo poco competitivo para poder luchar
en la post-temporada y con la seguridad de caer en primera ronda,
tras un esfuerzo tan grande como infructuoso.
Si
Ricky continúa jugando hasta el mes de abril, se encontrará en
verano con una situación idónea para de verdad afrontar con
garantías la temporada más importante de su vida, la 2013/2014. En
la época estival habrá pasado ya año y medio desde su lesión con
lo que debería encontrarse, entonces sí, cerca de su plena
recuperación. Vendrá de una temporada en la que tras mantener el
ritmo competitivo durante cuatro meses, tendría tiempo para mejorar
su tiro, aspecto que se antoja fundamental para convertirse en una
amenaza y provocar los espacios que requiere su juego. Y finalmente,
podría recobrar sensaciones y calibrar sus mejoras en el mes de
septiembre, si decide acudir al EuroBasket de Eslovenia con la
Selección.
Ricky
está superando su grave lesión en los plazos establecidos por los
médicos, pero ahora le queda por delante un largo camino lleno de
dificultades, que si bien es diferente, no es menos difícil de
lograr: Convivir con la exigencia de ser un genio a tiempo completo.
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