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Estamos
habituados a que las grandes figuras del deporte de la canasta suelen
ser aquellos jugadores que más anotan, aquellos que acaban las
temporadas con el más alto promedio de puntos por partido y que se
convierten en los grandes iconos de la competición.
Suelen ser
deportistas con grandes dosis de individualidad en su juego y
acostumbrados a tener carta blanca para decidir en cualquier momento
del partido. Para eso son las estrellas, los más reconocidos, los
ejecutores. Faltaría más.
Pero en la
gran mayoría de casos, este tipo de jugadores con conductas
individualistas, no consiguen que su equipo, su organización en
definitiva, consiga el objetivo último de ganar campeonatos. No
lograrán el triunfo si no se apoyan en un grupo, en un colectivo,
que tendrá más posibilidades de éxito cuanto más cohesionado y
comprometido esté.
Hay muchos
ejemplos a lo largo de la historia de como grandísimos profesionales
han sido incapaces de ganar en sus respectivos campos hasta que no se
han rodeado de un grupo de compañeros que aportaran soluciones
colectivas a las dificultades que se presentaban en cada momento.
Todo grupo
necesita un catalizador, un sujeto que facilite la conexión entre
los diferentes elementos del conjunto. Ésto ocurre tanto en el
terreno del deporte como en el mundo empresarial. Y así se está
dando también, cada vez más, en el terreno de las redes sociales,
donde existen verdaderos profesionales encargados de conectar
personas, ideas, recursos que en definitiva repercuten positivamente
en el objetivo final.
La figura
que aglutina en esencia todas esas cualidades si hablamos de un
deporte como el baloncesto, es sin duda el jugador que desarrolla la
función de base, encargándose de marcar el ritmo del partido, de
elegir en cada jugada la mejor opción, de ser en definitiva el líder
en la cancha que su equipo necesita, llegando a ser una extensión
del entrenador.
Y hoy en
día, nadie representa mejor el papel de líder como el base pasador.
Jugadores
como Steve Nash, Rajon Rondo o la irrupción durante la temporada
pasada de Ricky Rubio, representan a la perfección el papel de líder
desde sus funciones de pasador, facilitando el juego y haciendo
mejores a sus compañeros. Consiguiendo en la práctica, que el GRUPO
sea más que la suma de sus ELEMENTOS por separado.
Tanto en el
caso del jugador de los Celtics como en el de Ricky, se da la
circunstancia de que ninguno de los dos son grandes anotadores ni
tienen especialmente buenos porcentajes de tiro, hándicaps que no
evitan que sean los verdaderos responsables del éxito de sus equipos
cuando están en pista, haciendo partícipes a sus compañeros y
sabiendo en cada ocasión que es lo más conveniente para conseguir
ventaja en el juego, acentuándose así la dimensión que adquieren
dentro del grupo.
Un grupo,
por poner otro ejemplo, que como en el caso actual de Los Angeles
Lakers, aún disfrutando del mejor anotador de la competición, se
queda huérfano al no poder contar con el liderazgo y la generación
de juego que les aporta un Steve Nash, que apenas ha podido empezar
la competición por caer lesionado.
En los
últimos años, vemos como ha ido creciendo una tendencia en las
diferentes franquicias de la NBA, habiéndose desplazado
paulatinamente el papel principal que protagonizaban los grandes
pívots o aleros de la competición, hacia la búsqueda de nuevas
estrellas encarnadas en el papel de base, siendo habitual que
jugadores como Chris Paul, Derrick Rose o Deron Williams se lleven
gran parte de la atención que genera la competición.
Otros, aún
en el camino de convertirse en estrellas, como John Wall, Kyrie
Irving o el recién llegado Damian Lillard, soportan sobre sus
espaldas la ilusión que han depositado en ellos, tanto las
diferentes organizaciones que confiaron en su talento como las
respectivas aficiones que reconocen en ellos la figura del líder que
debe aglutinar al equipo y llevarles a cotas más altas.
Y es normal
que ésto sea así.
Cada vez
más, en nuestra Sociedad y en las diferentes organizaciones que la
integran, se ha instaurado la idea, acertada bajo mi punto de vista,
de que el modo más probable de conseguir el éxito es reforzando la
idea del esfuerzo colectivo por encima del individual.
Y en el
baloncesto actual, como un reflejo de la vida misma, la figura que
consigue aglutinar a su equipo facilitando la conexión entre los
diferentes elementos del grupo, se erige realmente como el verdadero
líder para cada uno de sus compañeros, aunque no siempre los focos
recaigan sobre ella.
En estos
tiempos de cambios es necesario que los encargados de llevar adelante
cualquier tipo de proyecto sean capaces de sacar lo mejor de cada
integrante de su equipo de trabajo, y por eso ahora mismo, en el
baloncesto profesional, nos encontramos ante un nuevo escenario. Es
tiempo de bases. Tiempo de pases.
PASE
EXTRA: Dos de los equipos
emergentes de la NBA son por derecho propio los renovados Clippers y
los nuevos Nets de Brooklyn. ¿Conseguirán Chris Paul y Deron
Williams realizar con éxito su función catalizadora siendo al mismo
tiempo el centro mediático de sus equipos? ¿O caerán bajo el
influjo del individualismo?