domingo, 26 de junio de 2011

LA SUERTE DEL CAMPEÓN


En el deporte profesional hay una frase recurrente que se utiliza en innumerables ocasiones para definir un golpe de suerte asociado a un deportista o a un equipo que está atravesando una fase ganadora.

Eso es lo que han tenido los Dallas Mavericks de Dirk Nowitzki: la suerte del campeón. Los recientes campeones han tenido uno de esos golpes de suerte inesperado en el último draft de la NBA.

Porqué así se puede llamar al hecho de que el vigente campeón de la competición consiga a cambio de las elecciones números 26º y 57º de un draft supuestamente bajo en calidad, los servicios de un jugador campeón del mundo y de Europa con su selección, con experiencia de tres temporadas en la NBA y en la plenitud de su carrera, ya que tan sólo tiene 26 años.

Sí es cierto que es una gran noticia para Rudy Fernández haber sido traspasado a un equipo como Dallas Mavericks. Tan cierto como que es el equipo de Mark Cuban el gran beneficiado de esta operación, más incluso que el propio jugador.

Después de haberlo pasado mal en su estancia en Portland, especialmente en los dos últimos años, precisamente ahora se abría ante él el final del túnel. Sólo le quedaba un año de contrato y era consciente de que la posibilidad de ser traspasado era muy real. Podría recalar en un proyecto interesante deportivamente hablando (como así ha sido) o en un equipo donde no le interesara jugar y con quién podría negociar un “buyout” para volverse a Europa, donde grandes equipos le estaban esperando con los brazos abiertos. Su futuro inmediato podía tener varias vertientes, pero cualquiera de ellas parecía mejorar lo presente.

Para los Mavericks sin embargo, este movimiento ha sido un regalo del cielo. Consiguen un jugador con muchísimo potencial para la posición de escolta, la menos definida del equipo, a cambio de muy poco. El jugador español es muy buen tirador de larga distancia, como ha acreditado en sus años en Portland, pero es mucho más que eso.

Un jugador que ha sido mejor recuperador y mejor defensor en la ACB, incluído en el mejor quinteto de esa competición y siendo mejor anotador de la misma, que ha sido galardonado como MVP en varias competiciones en Europa y que ha sido estos últimos años uno de los máximos exponentes de la Selección Española ganando medallas en todas las competiciones que han disputado, no puede ser encasillado como un mero triplista como le ha pasado con Nate McMillan.

Dallas va a tener en Rudy un jugador que le puede ofrecer tiro exterior, defensa en la línea de pase del perímetro, asistencias, penetraciones en la zona, rebote en la posición de escolta, manejo de balón, intensidad, y sobre todo conocimiento del juego. Y no está nada mal apuntalar un equipo campeón con un jugador acostumbrado a jugar al máximo nivel y con la experiencia que atesora el ex-jugador de la Penya.

Parece evidente que puede ser un jugador que se entienda a la perfección con los Jason Kidd, Jason Terry, Dirk Nowitzki y compañía, en un equipo bastante acostumbrado a trabajar con jugadores no estadounidenses y abiertos a otro tipo de baloncesto.

Además, con el poco salario que cobra el jugador español, debido a que está todavía en su último año de contrato “rookie”, los mavericks pueden pensar en la renovación de DeShawn Stevenson o de J.J. Barea, en función de lo que más les convenga para completar el equipo, teniendo en cuenta también la aportación de hombres como Beaubois o Caron Butler.

Los actuales campeones con este movimiento han rejuvenecido el equipo, pero no con dos jóvenes inexpertos provenientes de la NCAA que habrían tardado años en aportar al equipo, sino con un jugadorazo como nuestro Rudy Fernández que a poco que le den confianza y minutos, les pondrá a estos mavericks la etiqueta de haber sido la franquicia que consiguió el mayor robo del draft 2011.

viernes, 17 de junio de 2011

TREINTA Y TANTOS


Hace ya algunos años, un amigo de los que el tiempo va alejando hacia el olvido, me espetó una curiosa frase que en aquel momento no tuvo la mayor trascendencia: “La circunstancia de la vida no es más que una penetración hacia el infinito”. No soy filósofo, ni tengo la menor idea de lo que significa, pero estos últimos días, la frase de marras me ha vuelto a la memoria a raíz de la renuncia de Jorge Garbajosa y Alex Mumbrú a la Selección Española de Baloncesto.

He vuelto a pensar en la dichosa frase, al darme cuenta de que varios de los jugadores de la Selección que nos ha dado más satisfacciones en los últimos años están llegando al final de su carrera deportiva. Muchos de ellos todavía están “en edad de merecer”, pero indudablemente el paso de los años va a hacer que tengan que asumir nuevos roles en sus equipos.

Jugadores como Pau Gasol, José Manuel Calderón o Juan Carlos Navarro han llegado (o están a punto de llegar, caso de Pau) a los 31 años en un nivel físico y de juego excelente. En ellos no se vislumbra ningún atisbo de declive ni de principio del fin. Al contrario.

Pero otros, como Carlos Jiménez (35), Jorge Garbajosa (33), Alex Mumbrú (32), Felipe Reyes (31), Berni Rodríguez (31), Raúl López (31) y Carlos Cabezas (30), todos ellos jugadores importantes en la Selección y en sus respectivos equipos durante estos años, empiezan a acusar la edad, los veranos sin descanso y el desgaste físico y mental que supone estar al más alto nivel durante mucho tiempo.

Este elenco de jugadores ha estado en todos los grandes logros del pasado reciente de la Selección desde 2006 (caso de Mumbrú, Garbajosa y Reyes), o en casi todos (Berni y Jiménez se perdieron el Eurobasket-09, Cabezas no estuvo en los JJOO de Pekín, y Raúl López sólo disfrutó de los Juegos y del último Eurobasket-09). Pero indudablemente, todo tiene un final y más en el mundo del deporte. Acudiendo a la recurrente frase del principio, todo jugador es hasta cierto punto circunstancial, temporal, pasajero, un grano en el infinito que supone la historia de cualquier deporte. Pero las cosas no acaban de hoy para mañana. Aunque algunos nos lo quieran hacer creer.

En este país tenemos la costumbre malsana de pasar de un día para otro del blanco al negro. Lo que ayer valía, hoy ya no vale. Y en el mundo del deporte ese hábito se magnifica aún más, creando no sólo injusticias, sino traicionando de forma cruel el historial deportivo de grandes campeones.

Lo podemos ver en todos los ámbitos. Mitos del deporte como Rafa Nadal o Fernando Alonso, que sin duda ya forman parte de la historia de sus respectivas disciplinas, ven continuamente puesta en duda su valía en función del último resultado, para volver a ser idolatrados (por sus mismos críticos oportunistas) pocos días después.

En el baloncesto, como en el resto de deportes, pasa exactamente igual. Pero lo que está ocurriendo con la generación de los chicos de oro y sus “hermanos mayores” nos duele especialmente a los que amamos este deporte.

Quizás sí sea cierto que jugadores como Jorge Garbajosa o Felipe Reyes no han tenido su mejor temporada, pero su valía para seguir jugando siendo importantes está fuera de toda duda y continúan siendo a día de hoy dos de los mejores cuatros del continente. Alex Mumbrú ha hablado fuerte y claro en estos play-offs sin necesidad de articular palabra, para desgracia de algunos y regocijo de muchos. Otros como Berni Rodríguez, Carlos Cabezas o Raúl López, pueden aportar mucho todavía y ser jugadores importantes allá donde el destino les lleve, aunque hayan desaparecido del firmamento mediático. Y por último, Carlos Jiménez, el más veterano de todos, sin duda al final de su carrera, se debe plantear si debe seguir sentando cátedra dentro o fuera de la cancha, cualquier elección será la correcta.

Todos ellos son grandes jugadores y grandes profesionales. Aún siendo evidente que no tienen la explosividad o el físico de hace unos años y sabiendo que quizás el rol a desempeñar en sus respectivos equipos debe cambiar, todavía conservan el talento y la inteligencia suficiente para ser piezas cotizadas y relevantes en cualquier aspirante a grandes logros.

Siguiendo el proverbio chino: “Pregunta al hombre con experiencia, no al hombre con estudios”, bien harían los dirigentes de los equipos de este país en no dejarse encandilar por nombres extranjeros y físicos imponentes carentes de fundamentos (los estudios del refrán) y apostar por la EXPERIENCIA de los que no hace tanto han sido anhelados y deseados por los mejores equipos de Europa.

jueves, 9 de junio de 2011

HORA DE PARTIR

21 de octubre de 1990. Hay fechas que por sí solas no dicen nada, pero el tiempo siempre acaba siendo juez de cualquier acontecimiento. 14 años, 11 meses y 24 días después de ese otoñal día, debutaba en la ACB un niño llamado Ricard, rompiendo todos los moldes de precocidad establecidos hasta ese momento. Aíto García Reneses le dio la oportunidad en la mejor liga del continente europeo a un chico imberbe que apuntaba muchas maneras y albergaba todas las dudas posibles en cuanto a su capacidad para competir contra verdaderos hombres.

Para entonces, ya había demostrado una gran superioridad entre sus coetáneos. En la primera edición de la Minicopa (Sevilla-2004) y con sólo 13 años, ya mostró sus enormes cualidades dejando claro que no era uno más, que era especial. Se llevó el premio MVP de la competición. Ricky Rubio había nacido para el gran público.

Con toda naturalidad, fue jugando partidos con la Penya como uno más, compitiendo lo mejor que sabía durante los minutos que estaba en pista, aprendiendo de todos. Tutelado por Aíto fue creciendo en cada situación, en cada partido, haciéndose un sitio prácticamente sin hacer ruido, sin prisa pero sin pausa, inexorablemente.

Por el camino ha ido acumulando efemérides, records y grandes números. Como ser campeón de Europa Sub-16 donde fue nombrado MVP tras ser el máximo anotador, reboteador, asistente y recuperador del campeonato. Como ser elegido mejor jugador joven de Europa. Como ser incluido en el mejor quinteto de la ACB. Como muchos otros que son innumerables.

Entre ellos, ser internacional con la Selección Española de Baloncesto, debutando con tan sólo 17 años. A día de hoy ya ha disputado todas las competiciones importantes a nivel internacional: Juegos Olímpicos, Mundobasket y Europeo. Se ha convertido en uno de los hombres importantes de la Selección y en una de las piezas básicas del equipo, con tan sólo 20 años.

Durante el trayecto, un hecho ha sido determinante en su carrera. La elección por parte de los Minnesota Timberwolves con el número 5 del draft de 2009 de sus derechos en la NBA. Lo que parecía un salto inminente a la competición americana se truncó temporalmente al salir elegido en una posición peor de la que esperaba. Decidió esperar y acabar de formarse al más alto nivel. El Barça le esperaba. Soportar la presión de jugar en un equipo aspirante a todo era el último paso en su aprendizaje.

En su periplo como barcelonista ha conseguido títulos (también lo hizo con la Penya) y ha competido con y contra los mejores, pero quizás no ha conseguido ser el base dominante a nivel europeo tal y como se esperaba cuando fichó por el equipo azulgrana. Sin duda ha sido un referente en el equipo, pero tras el Mundobasket 2010, donde no tuvo una actuación muy destacada, parece haber entrado en un período de estancamiento y de dudas en su juego durante esta última temporada.

No obstante, parece ser que el momento ha llegado. Todo apunta a que una vez acabe la final de la ACB anunciará oficialmente su marcha a la NBA. Las condiciones contractuales de aquella competición y la incertidumbre acerca de las condiciones que marcará el nuevo convenio han hecho que tuviese que tomar ya una decisión. Los Timberwolves siempre han estado interesados en él, pero querían saber a que atenerse de cara al próximo draft. Toda espera tiene sus límites y más de dos años parecía excesivo.

Se abre ante Ricky un nuevo escenario. Llega a una nueva competición donde tendrá que aclimatarse lo más rápido posible. Tiene cierta buena fama entre los americanos tras su gran actuación en la final de los Juegos Olímpicos de Pekín, pero esa impresión la debe confirmar desde el principio. En la NBA los roles son importantes y cuanto antes consiga uno de actor principal, menos riegos tendrá de que recaigan sobre él todos los prejuicios que asolan el baloncesto estadounidense.

El momento parece ideal para el jugador español. Tras una temporada de dudas donde no ha conseguido ser el Ricky eléctrico que todos conocíamos, puede ser un gran momento para empezar otro reto y no estancarse. Tener que arrancar prácticamente de cero y la necesidad de demostrar que es un jugador más que válido para jugar allí, puede hacer que recupere las sensaciones que le hicieron debutar con 14 años y vencer todas las dificultades que le esperaban en el camino.

Tiene suficientes argumentos para conseguirlo. Jugar de base con una altura que supera el 1,90 y con una envergadura alrededor de 2,05 m., supone tener unas condiciones físicas ideales para poder competir con garantías contra cualquier rival en su posición. Tiene experiencia internacional tanto a nivel de selecciones como al máximo nivel de clubes. Es rápido, tiene buen manejo de balón y destaca sobremanera en dos características muy valoradas en la NBA: puede ser un gran asistente a poco que le ayuden sus compañeros y ser uno de los mayores recuperadores de la liga.

Tiene cosas que mejorar, como el tiro exterior (su gran talón de Aquiles) que se antoja básico para poder ser una amenaza desde la posición de base. Pero tiene mucho tiempo por delante y un alto margen de mejora. Con una buena ética de trabajo y con humildad para dejarse aconsejar, no debería tardar en mejorar ostensiblemente esa laguna de su juego.

Aterriza otro de los nuestros en la mejor liga del mundo. Le han comparado en alguna ocasión con el gran Pete “Pistol” Maravich. No sé si llegará a estar a la altura de esa comparación, pero de lo que sí estoy seguro es de que a poco que se lo proponga, el genio de El Masnou conseguirá hacer realidad el sueño americano.